Not long after we got married, my husband and I decorated our new flat. He was better at home improvement than me so he gave me the menial jobs like tea-making and vacuuming up his messes.
I was fed up with being the dogsbody so I started to argue that I was able for any task and could do half the ‘real’ work. I hardened my heart each time my husband sent me on an inane errand.
In the end, I exclaimed, “I can do home improvement!” With an intensely annoying expression of disbelief plastered across his face, my husband handed me a screwdriver and told me, “Change the living room door handle.”
I’m An Expert!
“That’s easy,” I muttered as I set to work. I removed each screw and, feeling wonderfully smug, pulled the handle out. I closed the door to shut out my husband’s patronising guidance. I stooped down to collect the new knob to start the second part of the job.
Then it dawned on me. You need an open door to fix a handle. But I’d removed the handle and shut the door! I was covered in sweat and locked in our family room.
I hollered through the door whilst my husband amused himself by leaving me there to reflect for twenty minutes. It’s amazing how silly we can be when we’re stubborn.
This is a harmless example, but the attitudes of our heart can get us into trouble. However easygoing you are, there are probably moments when you are stubborn. We all want our own way from time to time.
Becoming Bendy
To fulfil our destiny, we must have a strong will. The key is to remain determined whilst becoming bendable. We need to grow what’s good whilst breaking what’s bad.
When we are stubborn, we find it difficult to see our own error. We will argue our point and stand firm in our own opinion. People close to us might become frustrated because we fight our corner until they surrender (whether we are right or wrong).
In effect, we harden our hearts to the views or voices of others. When we harden our hearts, we resist convicting truth. We probably believe that we are obeying God, but very often He sends us a message through other people.
Wiling To Listen
We have to learn to listen with an open mind to the perspectives of others. It might be the Spirit speaking. Proverbs 28:14b says, “He who hardens his heart will fall.”
God has an awesome plan for your life. He has great places He wants to take you and great people He wants to release into your life as friends or mentors. However, He may have to wait until you are ready.
We all know what it feels like to resist challenge and insist that we’re right. We have to learn to stop arguing, humble ourselves and listen.
I Surrender… All?
With hands lifted high, we all sing at the top of our voices, “I surrender all, I surrender all.” But in reality, we only really give up what we want to. Hebrews 3:15 says, “Today if you will hear His voice, do not harden your hearts.”
When your inner voice rejects the challenge of others, why not try to quieten it and hear the comments of your neighbor instead? Even if it takes a lot of effort, choose to listen and even to accept. It demands serious humility, but it’s worth it.
Would you like a mentor? Jo’s Mentoring Network is a one year online program that will help you become the person you need to be to fulfill your purpose and realise your dreams. It’s open for a September start and I would love to have you! Check it out here.
Poco después de casarnos, mi marido y yo decoramos nuestro nuevo apartamento. Él era mejor que yo en cuanto a las mejoras para el hogar, así que me dio trabajos menores como, por ejemplo, preparar té y aspirar.
Estaba harta de ser la burro de carga, así que comencé a argumentar que podía realizar cualquier tarea y que podía hacer la mitad del trabajo “real”. Endurecí mi corazón cada vez que mi marido me enviaba a hacer un recado absurdo.
Al final, exclamé: “¡Puedo hacer mejoras en el hogar!” Con una expresión de incredulidad intensamente molesta plasmada en su rostro, mi esposo me entregó un destornillador y me dijo: “Cambia la manija de la puerta de la sala”.
¡Soy Una Experta!
“Eso es fácil”, murmuré mientras me ponía a trabajar. Quité cada tornillo y, sintiéndome maravillosamente satisfecha, saqué la manija. Cerré la puerta para excluir la guía condescendiente de mi marido. Me agaché para recoger la nueva manija para comenzar la segunda parte del trabajo.
Entonces me di cuenta. Necesitas una puerta abierta para arreglar una manija. ¡Pero quité la manija y cerré la puerta! Estaba cubierta de sudor y encerrada en nuestra sala familiar.
Grité a través de la puerta mientras mi marido se divertía dejándome allí para reflexionar durante veinte minutos. Es sorprendente lo tontos que podemos ser cuando somos tercos.
Este es un ejemplo inofensivo, pero las actitudes de nuestro corazón pueden causarnos problemas. Por muy tolerante que seas, probablemente habrá momentos en los que eres terco. Todos queremos salirnos con la nuestra de vez en cuando.
Convertirse Flexible
Para cumplir nuestro destino, debemos tener una voluntad fuerte. La clave es mantener la determinación y al mismo tiempo volverse flexible. Necesitamos hacer crecer lo bueno y romper con lo malo.
Cuando somos tercos, nos resulta difícil ver nuestro propio error. Argumentaremos nuestro punto y nos mantendremos firmes en nuestra propia opinión. Las personas cercanas a nosotros pueden sentirse frustradas porque luchamos por nuestro lado hasta que se rinden (tengamos razón o no).
De hecho, endurecemos nuestro corazón a las opiniones o voces de los demás. Cuando endurecemos nuestro corazón, nos resistimos a convencernos de la verdad. Probablemente creemos que estamos obedeciendo a Dios, pero muy a menudo Él nos envía un mensaje a través de otras personas.
Dispuesto a Escuchar
Tenemos que aprender a escuchar con la mente abierta las perspectivas de los demás. Puede que sea el Espíritu Santo hablando. Proverbios 28:14b dice: “El que endurece su corazón caerá”.
Dios tiene un plan maravilloso para tu vida. Él tiene grandes lugares a los que quiere llevarte y grandes personas que quiere liberar en tu vida como amigos o mentores. Sin embargo, es posible que tenga que esperar hasta que tú estés listo.
Todos sabemos cómo se siente resistir el desafío e insistir en que tenemos razón. Tenemos que aprender a dejar de discutir, humillarnos y escuchar.
Me Rindo… ¿Completamente?
Con las manos en alto, todos cantamos a todo pulmón: “Yo me rindo a Él, yo me rindo a Él”. Pero en realidad sólo renunciamos a lo que queremos renunciar. Hebreos 3:15 dice: “Si oyereis hoy Su voz, no endurezcáis vuestro corazón”.
Cuando tu voz interior rechaza el desafío de los demás, ¿por qué no intentar acallarla y escuchar los comentarios de tu prójimo? Aunque te cueste mucho esfuerzo, elige escuchar e incluso aceptar. Hacer esto exige mucha humildad, pero vale la pena.
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