The One Thing To Do When You Feel Down | Lo Que Debe Hacer Cuando Siente Pesadez

By 5th May 2023 Uncategorised

Heaviness of heart is horrible. It may be brought on by bad news or unwanted bills.
Sometimes it comes from stress & strain. When we are weary or overwhelmed, we can feel like there is a weight in our souls.

Whatever the cause, it is a sinking sadness. It feels like a cloud over your life making it hard to be happy. When we are heavy-hearted, we find ourselves thinking thoughts we would not otherwise consider…

“This is too much”; “I feel like giving up” or “I’ve had enough of all this.” In Psalm 119:28,
King David said, “My soul melts from heaviness.” The devil wants you to melt. Ultimately,
he wants you to give up. Heaviness is therefore not only horrible, it is dangerous.

HEAVEN’S PRESCRIPTION

Isaiah 61:1-3 describes the ministry of Jesus. It also provides a list of human problems
accompanied by heaven’s prescription. It is not “one size fits all”. Each problem has a
tailor-made medicine.

“The Spirit of the Lord God is upon Me, Because the Lord has anointed Me to preach good
tidings to the poor; He has sent Me to heal the brokenhearted, to proclaim liberty to the
captives, and the opening of the prison to those who are bound… To comfort all who
mourn… The garment of praise for the spirit of heaviness…”

The poor in spirit need to hear the gospel, that’s heaven prescription for non-Christians.
The brokenhearted need healing. They don’t need freedom, they need healing. Those
who are bound need liberty. That’s their prescription. They don’t need healing.

Those who are mourning need supernatural comfort. They don’t need freedom! Are you following me so far? Now let’s get to heaviness. Heaven’s divine prescription for heavy-heartedness is not healing. It is not even prayer. It is praise!

TAKE THE RIGHT MEDICINE!

A while back, I was feeling horribly heavy. It had been an intense few weeks packed full of
family challenges and a full ministry schedule. I was weary which opened the door for the
spirit of heaviness and thoughts of despondency.

I prayed and worshipped but nothing shifted. I even asked God to send someone to
encourage me. I was fed up and (for a brief moment) felt like giving up. I cried out to God
to help me.

Almost immediately, I was taken to Isaiah 61 and I knew what I had to do. I did not feel like
praising. The enemy makes sure that we don’t want to praise because he knows it will set
us free.

EVEN IF YOU’RE NOT FEELING IT

Hebrews calls it the sacrifice of praise! We don’t praise because we feel like praising. We
praise because it’s the right thing to do. We praise because He is worthy. And we praise
because it is heaven’s prescription for heaviness!

I was out shopping when God told me to praise. I did not care who was watching, I just
started to praise: “There is no-one like our God, I will praise Him, praise Him…” Within
seconds, the heaviness that had been hanging around for days instantly lifted.

LET’S PRAISE!

If you’re heavy-hearted, don’t delay. Start to praise and continue to praise until every last
weight has lifted. Anytime the enemy tries to pull you down, push him away with joyful
praise! The devil hates praise so he always flees.

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La pesadez del corazón es horrible. Puede ser provocada por malas noticias o cuentas no deseadas.  A veces es causado por el estrés y la tensión.  Cuando estamos cansados ​​o abrumados, podemos sentir que hay un peso en nuestras almas.

Cualquiera que sea la causa, es una tristeza que lo hunde.  Se siente como una nube sobre su vida que le dificulta ser feliz.  Cuando tenemos el corazón apesadumbrado, nos encontramos pensando pensamientos que de otro modo no consideraríamos…

“Esto es demasiado”; “Tengo ganas de rendirme” o “Ya estoy cansado de todo esto”.  En el Salmo 119:28, el rey David dijo: “Mi alma se deshace de la pesadumbre”.  El diablo quiere que usted se deshaga.  Por último, quiere que usted se rinda.  Por lo tanto, la pesadez no solo es horrible, es peligrosa.

LA RECETA DEL CIELO

Isaías 61:1-3 describe el ministerio de Jesús. También proporciona una lista de problemas humanos acompañados por la receta del cielo.  No es “talla única”.  Cada problema tiene una medicina a su medida.

“El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, por cuanto me ha ungido el Señor para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos, y apertura de la cárcel a los aprisionados… Para consolar a todos los que lloran… Prenda de alabanza para el espíritu abatido… ”

Los pobres en espíritu necesitan escuchar el evangelio, esa es la receta del cielo para los no cristianos.  Los quebrantados de corazón necesitan sanidad.  No necesitan libertad, necesitan sanidad.  Los que están atados necesitan libertad.  Esa es su receta.  No necesitan sanidad.

Los que están de luto necesitan un consuelo sobrenatural.  ¡No necesitan libertad! ¿Me está siguiendo hasta ahora?  Ahora vayamos a la pesadez. La receta divina del cielo para la tristeza no es sanidad.  Ni siquiera es oración.  ¡Es una alabanza!

¡TOME LA MEDICINA ADECUADA!

Hace un tiempo, me sentía terriblemente pesada.  Había pasado por unas semanas intensas llenas de desafíos familiares y un programa de ministerio completo.   Estaba cansada, lo cual abrió la puerta para el espíritu de pesadez y pensamientos de desánimo.

Oré y adoré, pero nada cambió. Incluso le pedí a Dios que enviara a alguien para animarme.  Estaba harta y (por un breve momento) sentí ganas de rendirme.  Clamé a Dios para que me ayudara.

Casi de inmediato, fui llevada a Isaías 61 y supe lo que tenía que hacer.  No tenía ganas de alabar.  El enemigo se asegura de que no queramos alabar porque sabe que nos hará libres.

AUNQUE NO LO SIENTA

¡El libro de Hebreos le llama el sacrificio de alabanza!  No alabamos porque tenemos ganas de alabar. Alabamos porque es lo correcto. Alabamos porque Él es digno. ¡Y alabamos porque es la receta del cielo para la eliminar la pesadez!

Estaba de compras cuando Dios me dijo que lo alabara. No me importaba quién estaba mirando, simplemente comencé a alabar: “No hay nadie como nuestro Dios, lo alabaré, lo alabaré…” En cuestión de segundos, la pesadez que había estado dando vueltas durante días se disipó instantáneamente.

¡ALABEMOS!

Si usted tiene el corazón apesadumbrado, no se demore. Comience a alabar y continúe alabando hasta que se haya levantado hasta la última pesadez. ¡Cada vez que el enemigo intente derribarlo, aléjelo con alabanza gozosa!  El diablo odia la alabanza, y, por lo tanto siempre huye.

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