Uncomfortable Concerns | Preocupaciones Incomodas

By 1st March 2024 Uncategorised

Any time the brake lights unexpectedly flashed on the car in front, I would call with a fright, “Paolo!” while grabbing my car seat with both hands. If a big truck passed close by our car, my heart would pound. 

For as long as I could remember, I was an anxious passenger, but in truth, I hadn’t really realized. It was only when I noticed that my daughter Abby became overly nervous in the car, that I became aware of the issue. 

The truth slapped me in the face: Abby had “caught” my anxiety in the car. Like many other issues, fear is contagious. I apologized to the Lord for passing on worry, then asked Him why I was an uncomfortable passenger. 

 

THE REASON

Almost immediately, the Lord reminded me of an incident that had taken place 35 years earlier when I was just 15 years old. I had fallen asleep in the front seat of a car while a friend was driving me home from an event. 

We were travelling at about 70 miles an hour when I awoke to see us hurtling towards another vehicle. Jane!” I screamed. It woke the driver in time for her to brake, lessening the impact as we smashed into the other car. 

Miraculously, neither of us was hurt, but I was terribly distressed. Not knowing how to process trauma, I must have buried the memory. The result: anxiety found a home in my heart and I had been a nervous passenger ever since.

Here are two important steps that will help you to start overcoming anxiety:

 

1. AWARENESS 

Fear involves torment which makes you feel disturbed, distressed or troubled. It makes you churn inside. 1 Jn 4:18a says, “There is no fear in love, but perfect love casts out fear, because fear involves torment.”

The first step towards overcoming anxiety is becoming aware of any habitual nervousness or jumpiness in your life. Also, 2 Timothy 1:7 says that God has not given us a spirit of fear, but of power and of love and of a sound mind.

If you often feel agitated, powerless or shaky (the opposite to the verse above), it is time to acknowledge that you are anxious in certain settings. It  might be caused by calls from certain people, driving, social settings or other situations.

 

2. UNDERSTANDING

Once you are aware of any anxiety, ask the Lord to reveal the reason you react that way. In Genesis 25:22, Rebekah inquired of the Lord: “If all is well, then why am I like this?” I call this Rebekah’s Request and it’s a powerful prayer.

Ask the Holy Spirit to reveal the underlying reason for your worries. When He reveals, tell Him what happened and ask Him to heal your heart of any pain. Then you need to learn to change your controllable reflexes.

 

FREEDOM FROM FEAR

I brought the trauma of that teenage crash to the Lord and told Him how much it had frightened me. I then dealt with the anxiety in prayer. After that, I no longer tolerated any in-car nerves. I looked them in the face and calmed my heart. 

Driving became an enjoyable experience. My change enabled me to start to help my daughter to conquer her worries. When we tackle hidden hurts that cause anxiety, it improves our lives and it helps our nearest and dearest.  

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Cada vez que las luces de freno del automóvil frente al mío se encendían inesperadamente, gritaba asustada: “¡Paolo!” mientras agarraba el asiento de mi auto con ambas manos.  Si un camión grande pasaba cerca de nuestro auto, mi corazón latía con fuerza.

Desde que tengo uso de razón, fui una pasajera ansiosa, pero en realidad no me había dado cuenta.  Sólo cuando noté que mi hija Abby se ponía demasiado nerviosa en el auto, me di cuenta del problema.

La verdad me dio una bofetada:  Abby había “contagiado” mi ansiedad en el auto.  Como muchas otras cuestiones, el miedo es contagioso.  Le pedí disculpas al Señor por transmitirle mi preocupación a mi hija y luego le pregunté por qué era una pasajera incómoda.

 

LA RAZÓN

Casi de inmediato, el Señor me recordó un incidente que había ocurrido 35 años antes, cuando yo tenía sólo 15 años.  Me quedé dormida en el asiento delantero de un auto mientras una amiga me llevaba a casa después de un evento.

Íbamos a unas 70 millas por hora cuando me desperté y nos vimos precipitar hacia otro vehículo. “¡Juana!” Grité.  Desperté a la conductora a tiempo para que frenara, disminuyendo el impacto cuando chocamos contra el otro auto.

Milagrosamente, ninguna de las dos resultamos heridas, pero yo estaba terriblemente angustiada.  Sin saber cómo procesar el trauma, debí haber enterrado el recuerdo.  El resultado:  la ansiedad encontró un hogar en mi corazón y desde entonces fui una pasajera nerviosa.

A continuación le presentamos dos pasos importantes que lo ayudarán a empezar a superar la ansiedad:

 

1. CONCIENCIA

El miedo implica un tormento que lo hace sentir perturbado, angustiado o preocupado.  Le hace revolverse por dentro.  1 Juan 4:18a dice: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor implica tormento”.

El primer paso para superar la ansiedad es tomar conciencia de cualquier susto o nerviosismo habitual en su vida.  Además, 2 Timoteo 1:7 dice que Dios no nos ha dado espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Si a menudo se siente agitado, impotente o tembloroso (lo contrario al versículo anterior), es hora de reconocer que está ansioso en ciertos entornos.  Puede deberse a llamadas de determinadas personas, a la conducción, a entornos sociales u otras situaciones.

 

2. ENTENDIENDO

Una vez que sea consciente de cualquier ansiedad, pídale al Señor que le revele la razón por la que reacciona de esa manera.  En Génesis 25:22, Rebeca preguntó al Señor: “Si todo está bien, ¿por qué soy así?” A esto le llamo la Petición de Rebeca y es una oración poderosa.

Pídale al Espíritu Santo que le revele la razón subyacente de sus preocupaciones.  Cuando Él se revele, cuéntele lo que pasó y pídale que sane su corazón de cualquier dolor.  Entonces necesita aprender a cambiar sus reflejos controlables.

 

LIBERTAD DEL MIEDO

Le llevé al Señor el trauma de ese accidente adolescente y le dije cuánto me había asustado.  Luego lidié con la ansiedad en oración.  Después de eso ya no toleré más los nervios en el auto.   Los miré a la cara y calmé mi corazón.

Conducir se convirtió en una experiencia agradable.  Mi cambio me permitió empezar a ayudar a mi hija a superar sus preocupaciones.  Cuando abordamos heridas ocultas que causan ansiedad, nuestras vidas mejoran y ayudamos a nuestros seres más cercanos y queridos.

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